Thursday, March 15, 2007

I used to be a little boy


Cuando Randolph Carter cumplió los treinta años, perdió la llave de la puerta de los sueños. Anteriormente había compaginado la insulsez de la vida cotidiana con excursiones nocturnas a extrañas y antiguas ciudades situadas más allá del espacio, y a hermosas increíbles regiones de unas tierras a las que se llega cruzando mares etéreos. Pero al alcanzar la edad madura sintió que iba perdiendo poco a poco esa capacidad de evasión, hasta que finalmente le desapareció por completo. (...)
Había desaparecido el encanto, y había olvidado que toda la vida no es más que un conjunto de imágenes existentes en nuestro cerebro, sin que se dé diferencia alguna entre las que nacen de las cosas reales y las engendradas por sueños que sólo tienen lugar en la intimidad, ni ningún motivo para considerar las unas por encima de las otras. La costumbre le había atiborrado los oídos con un respeto supersticioso por todo lo que es tangible y existe físicamente. (...)
No veían que el bien y el mal, y la felicidad y la belleza, son únicamente productos ornamentales de nuestro punto de vista, que su único valor reside en su relación con lo que por azar pensaron y sintieron nuestros padres; y que sus características, aun las más sutiles, son diferentes en cada raza y en cada cultura. (...)
Lo único que habían hecho era cambiar los falsos dioses del temor y de la fe ciega por los de la licencia y de la anarquía.
Carter apenas gozaba de estas modernas libertades, porque resultaban mezquinas e inmundas a su espíritu amante de la belleza única; ...seguía sin poder sustraerse a la ilusión de que la vida tiene un sentido distinto del que los hombres le atribuyen, ni establecer una diferencia entre las nociones de ética y belleza, aun cuando toda la naturaleza proclama a los cuatro vientos su irracionalidad y su impersonal amoralidad. ...Una vez perdidos estos marcos de referencia, sus vidas quedaron privadas de dirección y de interés, hasta que finalmente tuvieron que ahogar el tedio en el bullicio y en la pretendida utilidad de las prisas, en el aturdimiento y en la excitación, en bárbaras expansiones y en placeres bestiales.
Y cuando se hallaron hartos de todo esto, o decepcionados, o la náusea les hizo reaccionar, se entregaron a la ironía y a la mordacidad, y echaron la culpa de todo al orden social. Jamás lograron darse cuenta de que sus principios eran tan inestables y contradictorios como los dioses de sus mayores, ni de que la satisfacción de un momento es la ruina del siguiente. La belleza serena y duradera sólo se halla en los sueños; pero este consuelo ha sido rechazado por el mundo cuando en su adoración de lo real, arrojó de sí los secretos de la infancia.
H.P.Lovecraft (Viajes al otro mundo, La llave de plata)


Es una tristeza interminable.
Las personas como yo nunca se preocupan por su alma.
¿Sabes a lo que me refiero?
Quizás deberíamos derrumbarnos de vez en cuando.
Yo lo he hecho varias veces. Normalmente ha sido por amor.
Lo digo en serio. Siempre la misma historia.
Entonces se interpone el cuerpo. O bien el alma.
Y entonces uno se llena de esperanzas, expectativas y compromisos.
Dios, soy tan teórico.
¿Lo ves? ¿Parezco mayor?
Las líneas no importan, es lo feo lo que me atormenta.
La piel, tan seca e incluso áspera, aunque le echo crema todas las noches. Las arrugas tan marcadas por la boca.
Un día me desperté y me miré en el espejo.
De repente estaba ahí. Como si hubiera tenido un infarto.
Mi cuello estaba bien. Sin grandes catástrofes alrededor de los ojos.
Pero mis manos son horribles.
He preguntado a tres médicos qué hacer.
Pueden quitar los lunares. Pero las venas y arrugas son horribles.
Miro mi boca y mis manos y no me creo lo que veo.
Sólo soy un niño. ¿O ya no lo soy?
No sé nada del tiempo. No existe, dicen los que han pensado en ello.
Cierro los ojos y me siento como un niño de diez años.
Físicamente también. Entonces los abro. Y miro al espejo.
Y ahí sólo veo un viejo. Un viejo infantil.
¿No es curioso? Un vejete infantil, eso es todo.
Nos convertimos en eso. Simplemente eso.
Toda esa intimidad es sólo un sueño. Crudeza y porquería.
Médicos, amantes, pastillas, drogas, alcohol, trabajo.
Nada ayuda. Son fuerzas secretas. ¿Cómo se llaman? No lo sé.
Puede que sea el mismo envejecer, la putrefacción.
Observo mi cara en el espejo. Me es bastante familiar.
Y constato que en esta combinación de sangre y carne y nervios y hueso, hay dos... no se cómo llamarlos... dos entidades irreconciliables.
El sueño de cercanía, dulzura, y comunidad. Abandono de lo vivo.
Y por el otro lado violencia, terror, amenaza de muerte.
¿Cómo podría...? Quizás mis sueños eran demasiado bonitos.
Y como castigo... la vida te sacude cuando menos te lo esperas.
Como castigo tienes tu orgasmo con la nariz tan metida en la mierda que casi te ahogas.

Yo también estoy sola.
Miro atrás sorprendida.
Pienso en nuestra vida anterior: estuvimos soñando, jugando o lo que diablos hiciéramos.
Ésta es la realidad real.
Y es insoportable.
Hablo, respondo, pienso, me visto, duermo y como, esas son las necesidades diarias, la superficie dura. Debajo, estoy llorando. Lloro para mí misma, porque puede que no sea como fui, porque lo que fue puede que nunca vuelva a ser, se ha ido para siempre. Como un sueño.
De la vida de las marionetas (Ingmar Bergman, 1980)

12 comments:

Muegano. said...

Sobrecogido, sin palabras...simplemente terminé de leerlo, solo y mudo...

Caronte said...

Dalí, Bergman, Lovecraft...el post perfecto, gracias una vez más.

1 abrazo

PD:lo de lovecraft es porque hoy se cumplen 70 años de su muerte? ;)

Miguel Cane said...

Interesante, interesante.
¿Sabes tú que De la vida de las Marionetas es una especie de hermana bastarda de Escenas de un Matrimonio?
Los protagonistas de ésta aparecen (y no es coincidencia) en una cena ofrecida por Erland Josephson y (Santa) Liv Ullmann.

Siempre me ha intrigado el laberíntico sendero imaginativo de Bergman, aún si jamás fui Lovecraftiano.

Pero sí fui (y en cierto modo, aún soy) un Little Boy.

And, so it seems, are you.

Abrazos.

Unknown said...

leí hace tiempo "La linterna mágica" autobiografía de Bergman... llevado por la curiosidad de saber quien estaba detrás de una obra tan completa como "fanny y Alexander"... me pareció turbadora y absorbente como la película... desgraciadamente no he tenido ocasión de ver más pelis suyas... si otras con guiones suyos, etc... pero me queda esa espina clavada... quizá me hayas dado el empujón final para que empiece a buscar....
besos..

Anonymous said...

Hay una parte en nosotros que se resiste a crecer, que guarda al pequeño niño que somos. Por eso me gusta estar loco, loco, loco.

Abrazos.

Anonymous said...

Excelente selección de textos, que a estas horas tan tempranas de la mañana me han hecho reflexionar y me han iluminado el rostro. ¡¡Gracias!!
Tengo el blog un poco abandonado porque en un breve periodo de tiempo me he visto elaborando cinco trabajos (!!!), deseo volver pronto y escribir más sobre libertinaje y derivados.
Salud y Libertinaje

Javier said...

Extraños caminos nos conducen a sitios y situaciones comunes en los que nos interrogamos sobre nosotros y nuestras vidas así como sobre la capacidad de aceptarnos, y a menudo eso nos da vértigo.

Hermoso post y feliz coincidencia.

Alfredo said...

Feliz Día del Tentáculo:

http://www.lapetiteclaudine.com/

un-angel said...

Lovecraft y Bergman...uff... Desde luego, no me ha dejado indiferente.
Un abrazo.

CRISTINA said...

Unas líneas de lo que escribes: "...excursiones nocturnas a extrañas y antiguas ciudades situadas más allá del espacio, y a hermosas increíbles regiones de unas tierras a las que se llega cruzando mares etéreos..." Llegar a tu página bien es una de esas excursiones, tu blog bien podría ser una de esas tierras...
Un beso

un hombre virtuoso said...

Una interesante combinación de referencias cruzadas: Lovecraft, Bergman, Dalí...
Un abrazo, y gracias por las palabras afectuosas que me dejas siempre que puedes.

Mario said...

Derrumbarse de vez en cuando es sinónimo de derrota? Yo creo que no... Derrotado está de antemano quien está demasiado comprometido con su imagen de príncipe como para no permitirse un momento de derrota, de autoconfesión sobre la propia fragilidad... Como ese poema de Pessoa: todos son príncipes triunfadores, salgo a la calle y sólo encuentro gente que nunca ha tocado una pierta y ésta no se le ha abierto. Yo soy frágil, confieso amores no correspondidos...