Sunday, April 09, 2006

La muñeca en el laberinto


No hay certezas, esa es la única certeza.
Se acaba la tarde y sigo perdido en el laberinto del deseo.
Tengo un secreto guardado muy dentro de mí. Ssssh!
Relatos inacabados por la fragilidad de la memoria, recuerdos coloreados por el sabor agridulce del paso del tiempo, viajes imposibles, sueños rotos, deseos...
Veo tu mirada de complicidad, tu sonrisa, tus caricias furtivas. Pero no encuentro el lugar donde se comparten los secretos. El lugar de la pérdida del yo en .
¡Ven a buscarme y llévame contigo!


Me acordé de nuevo de las muñecas rusas que esconden otras muñecas que esconden otras. Mi madre tenía unas que no eran rusas sino francesas; cuando era un niño casi todos los días como un ritual abría una muñeca y otra y otra hasta la última, esperando encontrar al final algo distinto de una muñeca. La vida debería ser algo así: una sucesión de lo mismo, una repetición eterna, conteniendo cada vez sólo lo más esencial.
Las muñecas rusas se consideran también un amuleto de buena suerte: cada una representa un deseo. A veces, de niño, encerraba en la muñeca más pequeña algún tesoro, algo valioso que sorprendiera al encontrarlo, que premiara el esfuerzo de llegar hasta la última muñeca. La misma sensación se repite ahora, como si hubiera encontrado un tesoro dentro de un laberinto, pero aún he de llegar al final donde se oculta lo más preciado .

No comments: